Mi camino
Almario
El Oráculo de Delfos
El Oráculo de Delfos donde reposaba la piedra Ónfalos, el ombligo del mundo para los antiguos. Allí anduve hace unos días.
El hogar de la Pitia (la pitonisa) al que acudían peregrinos de todos los rincones del Mediterráneo y Oriente Próximo a consultar el Oráculo.
Muchos ilustres llevaron sus pisadas hasta las faldas del Monte Parnaso para invocar a Apolo en su templo y dejar que las aguas de la Fuente de Castalia iluminaran el horizonte del camino.
La Sibila respondía en acertijos (koan) que a veces eran descifrados al revés pero que, realmente dejaban en el consultante el poder de decidir su destino a través del libre albedrío que ofrecía la capacidad de cada cual de interpretar la consulta.
La grieta de la roca de la que manaba el agua, proveía la luz que encendía la lucerna en la noche de lo desconocido.
Sócrates, Tucidides, Pericles, Platón, Aristóteles, y tantos otros pasaron por el hogar de la Pitia y descendieron a pedir sabiduría a Atenea Proserpina, un templo que queda allende el camino.
El teatro del mundo aguardaba fuera de la energía femenina que habitaba en Delfos. Apolo ofrecía el brillo al mundo para iluminarlo con un sabio empleo de la creatividad y la energía de vida.
No deslumbres, sostén tu brillo en las tinieblas.
«Conócete a ti mismo», «Nada en exceso» eran los lemas de su frontispicio de entrada. Sólo con ejercer esto el mundo ya no será nunca el mismo.
«La Paz está en ti» me dijo en voz propia. Y en ti que lees, y en todos nosotros. No la busquemos por más tiempo fuera.