Mi camino
Almario
El puente de las dos orillas
A este lado del río llueven piedras, llueven huesos, llueven llaves melladas que no abren ninguna puerta, y cuando uno intenta protegerse bajo los árboles, se da cuenta de que no tienen hojas que resguarden al menos un poco de esa intemperie que nos cae del cielo.
Cuando niño vislumbré otra orilla en sueños. Allí el cielo llovía agua, llovía besos, llovía horizontes que, como ondas, sacudían mi cuerpo y lo dejaban tan calmado como la hierba de un prado nunca pisado.
Busqué llegar a nado, ir a contracorriente del agua, usar toda la fuerza de mis brazos, sin que pudiera ganar aquella ribera soñada. Busqué, busqué, y busqué…
Mira bien, me dijo un viejo que pasaba como si tal cosa al verme regresar a la orilla, triste y cansado tras un nuevo intento de llegar a nado…
– ¿No ves el puente?, ese puente que lleva a la otra orilla del río…Siempre ha estado allí, siempre.
Eso me dijo el anciano sonriendo…