Mi camino

Almario

De palos y zanahorias

– Amigo, estoy harto, harto de currarme…cuando no es esto, es lo otro, y cuando no lo     otro, lo uno…¿qué pasa?, parece la fábula del pobre Job, ¡joder!, palo y palo, y palo…       ¿dónde está la zanahoria?…

– Ah, ¿piensas que no hubo nunca zanahoria entre palo y palo?

– Bueno, ahora que lo dices, no sé, déjame pensar…cuando no tenía pasta descubrí que  la gente me quería más de lo que creía; cuando no encontraba alguien que me                 cuadrara el trabajo me iba de perlas o tenía una salud de hierro; cuando la cosa con mis padres renqueaba, no me faltaban amigos…y la salud, bueno, aún en los malos         momentos y algún percance, ha estado ahí…sí, supongo que si recapitulo he tenido         palos y más zanahorias de las que creo…

– Bien, lo que quieres decir es que siempre te faltaba algo, fuera de ti…

– Sí, ya te digo, era tener una cosa y faltarme algo de la otra, como si echara agua de un   cubo y se me vaciara de otro.

– Y si lo perdieras todo…¿y si no tuvieras nada de nada de pronto? ¿no acabarían así          todos tus problemas?

– Bueno, lo cierto es que no tendría mucho de qué decidir…

– Y quizá entonces, si te rindieses a no tener nada, si aunque no te hubiera pasado y         dios quiera que no te pase nunca, imaginaras que no tienes nada, y lo aceptaras               rendido, acabarían tus preocupaciones ¿no?…serías mucho más feliz porque no               buscarías ya nada si te rindes…

– No sé si lo entiendo, ¿por qué dices eso?

– Porque cada cosa que te llegara entonces sería la mayor de las alegrías, y cada regalo del cielo o de la tierra lo agradecerías como el mayor de los tesoros, y lo harías parte de ti, y dirías yo soy eso…y lo disfrutarías lleno de presente porque sabrías que igual que vino podría irse…

– Ya, quizá no me deba quejar tanto…hay tantos que no tienen nada, y son más                   dichosos…quisiera darme cuenta antes de no llegar a ver que no me queda nada.

– Cuando te tienes a ti mismo, nada ya necesitas. La queja viene de tener y querer             retener lo que no es tuyo. Cuando tú eres todo, ya no quieres tener nada, y cuando no   quieres tener nada, ya lo eres todo.  Si te das cuenta de verdad, sin necesitarlo,                 entonces quizá, todo comience a darse, a abundarse, a acompañarte a lo largo de tu vida sin desmayo como si nada se hiciera con esfuerzo.

– Gracias amigo, gracias.

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